lunes, 20 de octubre de 2008

la felicidad condicionada


Felicidad condicionada

César Holm.

Recientemente la fotografía se ha transformado
en una diversión casi tan cultivada como
el sexo y el baile…
Sobre Fotografía.
Susan Sontag.

Antecedentes del retrato.

El retrato ha sido para la Fotografía, el terreno más fértil en términos de producción, eso se debe en gran medida a ese deseo de perpetuar nuestra imagen en un trozo de papel, que sea legado de memoria para futuras generaciones.

Me llega a la mente el texto de Fulchignoni “El complejo de la momia”, en el que aborda la naturaleza del retrato como algo que pretende vencer al tiempo, y aunque pueden ser infinitos los motivos que nos lleven a posar frente a la cámara, queda como pecado original el hedonismo: vernos y que nos vean para siempre.

La sonrisa en la foto.

Debemos mucho de la manera en cómo nos miramos a la Fotografía, manera que ya es cliché, actitud únicamente para lo fotográfico. Nuestras historias se cuentan desde la foto de primera comunión, la boda, el bautismo, la graduación. Existe un detalle, sin embargo, que no ha sido advertido por la historia de la Fotografía: La aparición de la sonrisa en el retrato.

En qué momento este dispositivo se presenta y configura toda fotografía casera (la llamo así por su procedencia amateur). El imaginario lleva a preguntas que parecen más una broma que un cuestionamiento serio: ¿Quién fue el primero en pedir “diga güisqui”?

La Fotografía no sólo sobrevivió al tiempo, lo rebasó, y en el recuento de los hechos la sonrisa es ahora un condicionamiento operante; en otras palabras, un lugar común.

La risa condicionada a través de la tecnología.

Recientemente se lanzó una peculiar cámara fotográfica que invita a la reflexión; su cualidad es poseer dispositivos que detectan la presencia de los dientes del sujeto a retratar e inmediatamente lo enfoca y el disparo es automático. En términos comerciales esta cámara permite obtener la fotografía ideal, en el momento “perfecto” del estado de ánimo del retratado. Pero y ¿dónde quedó el fotógrafo?

John Berguer daría un alarido ante este fenómeno. Cuando en su texto Sobre las propiedades del retrato fotográfico afirma categóricamente que uno de los criterios para leer una imagen fotográfica debe ser el cuestionamiento sobre el acto consciente de la toma, concretándolo así: “He decidido que merece la pena registrar lo que estoy viendo”, o sea, juzgar la decisión y momento del disparo, evaluando el criterio del fotógrafo.


Profecías sobre tecnología y foto.

El tema que pongo sobre la mesa no desea confrontar a la Fotografía, el hombre y la máquina. Pero vale plantear que en el afán de complementar con presunta “facilidad de uso” los equipos fotográficos, se hace a un lado la voluntad humana sobre la circunstancia a registrar. La Fotografía no depende de la sonrisa, sino de la intención del fotógrafo.

Hacer y pensar la fotografía es un acto de responsabilidad tan importante como la sensibilidad que la misma requiere. Para tomar una foto bastan milésimas de segundo, hacer la Fotografía puede llevarnos toda la vida.

Aplaudo cada implementación en los equipos fotográficos que facilitan el quehacer humano, pero debemos darnos tiempo para reflexionar sobre las rutas que trazan este tipo de cámaras para la fotografía misma.